En los 2000, Abercrombie & Fitch era un ícono… pero por razones cuestionables. Su CEO, Mike Jeffries, tenía una misión clara: crear la marca más exclusiva del mercado.

"Vamos tras los chicos populares, los atractivos y con muchos amigos," decía sin tapujos. 😬

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Un enfoque peligroso

Todo en Abercrombie gritaba exclusión:
🔹 Tiendas oscuras con música ensordecedora y un aroma avasallador.
🔹 Una estricta política de contratación basada en la “imagen.”
🔹 Mensajes polémicos: “No todos pertenecen a nuestra ropa.”

Aunque funcionó al principio, el mundo estaba cambiando. 💨 La Gran Recesión de 2008 hizo que los clientes buscaran precios accesibles y marcas auténticas. Mientras tanto, Abercrombie seguía obsesionada con la exclusividad.

El resultado

💔 Ventas cayendo por 11 trimestres consecutivos.
🏚️ Cierre de 220 tiendas.
📉 Ganancias desplomadas un 77% en 2013.
👎 Declarada "la empresa más odiada de EE. UU.".

Finalmente, en 2014, Mike Jeffries dejó su puesto, dejando a la empresa en ruinas.

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El renacer de Abercrombie

El cambio llegó en 2017 con Fran Horowitz al mando. ¿Qué hizo? ✨

🔄 Redefinió la audiencia:
Sus clientes adolescentes de los 2000 ya habían crecido. Ahora eran jóvenes profesionales con nuevas prioridades.

💻 Apostó por lo digital:
Cerraron el 23% de sus tiendas y redujeron costos. El e-commerce pasó a representar el 46% de las ventas.

💡 Eliminó la exclusividad:
Adiós a los logos llamativos, al marketing sexualizado y al mensaje de “solo para los cool kids.”

En su lugar, apostaron por algo más inclusivo:
👉 Ropa que transmite confianza tranquila.

El resultado

🌟 Las ventas se recuperaron.
👏 La marca se reinventó como un ícono de autenticidad.
📈 Hoy, Abercrombie es un favorito de la Gen Z, una generación que valora la conexión real por encima de la exclusividad.

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¿La lección?

Las marcas modernas no se construyen con exclusividad, sino con autenticidad. En un mundo donde las personas buscan conexión y valores, Abercrombie demostró que cambiar es posible.

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