Imagina que estás en 1975, una época dorada para Kodak. En ese entonces, la empresa dominaba la fotografía mundial:

• Controlaba el 90% de las ventas de rollos de película.
• Vendía el 85% de las cámaras en el mercado.
• Generaba $10 mil millones en ingresos anuales.
• Sus ganancias eran tan constantes como un reloj suizo.

Kodak era un gigante, el rey indiscutido de la industria. Pero en ese mismo año, un joven ingeniero estaba a punto de cambiarlo todo...

La revolución que nunca fue

Steve Sasson, un ingeniero de 25 años, entró al laboratorio de Kodak con algo que nadie esperaba: una cámara que no necesitaba rollos de película. Su invento era rudimentario, pero funcionaba. Había creado la primera cámara digital de la historia.

Cuando presentó su idea, los ejecutivos quedaron en silencio. Luego dijeron:

• "Entiérrenlo. Paténtenlo. Que nadie lo sepa".

La razón era simple: el negocio de los rollos de película les generaba millones diarios. ¿Por qué arriesgarlo todo con una tecnología que podría destruir su imperio?

Lo que no vieron fue que ese invento también podría haberlos llevado a liderar el futuro.

El inicio del declive

Avancemos 20 años. Es 1995, y las cámaras digitales comienzan a inundar el mercado. Los competidores de Kodak adoptan rápidamente esta nueva tecnología, pero Kodak decide doblar su apuesta por los rollos de película y las cámaras desechables.

Al principio, la estrategia parece funcionar:

• En 1996, Kodak sigue siendo la cuarta empresa más valiosa del mundo.
• Las cámaras desechables son un éxito rotundo.

Pero los datos no mienten: las ventas de rollos de película están cayendo. Rápidamente.

La caída libre

Para 2005, la realidad golpea con fuerza:

• Las ventas de cámaras digitales están en auge.
• Las ventas de rollos de película se desploman.
• Las acciones de Kodak han perdido el 75% de su valor. 📉

A pesar de las señales, Kodak se aferra a su modelo de negocio tradicional. La empresa se niega a cambiar, atrapada por el miedo de destruir su propia fuente de ingresos.

El final de una era

En enero de 2012, Kodak se declara en bancarrota:

• 28,000 empleados pierden su trabajo.
• Una historia de 142 años llega a su fin.

La ironía es brutal: Kodak inventó la cámara digital, pero la enterró para proteger su pasado. Ese error les costó todo.

La lección de Kodak

El mayor enemigo de una empresa no siempre es la competencia, sino su propio éxito. Kodak estaba tan enfocada en proteger su modelo de negocio que no pudo ver el futuro que tenía delante.

Innovar es arriesgado, pero no hacerlo puede ser fatal. Esa es la lección que nos deja Kodak: adaptarse al cambio es la clave para sobrevivir en un mundo en constante evolución.

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